Historia
de la Antigua, Muy Ilustre y Real Cofradía de
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN.
INTRODUCCIÓN
Puede que la devoción a Nª Sra. del Carmen se practicase en Jaén a partir de la Reconquista, coincidiendo con la venida de los ermitaños del Monte Carmelo a Occidente y concretamente a Europa, pero definitivamente se fija desde la instalación en nuestra ciudad de la Orden de Carmelitas de la Antigua Observancia, en el año 1511, y fue el primer convento de la Orden del Carmen de la provincia Bética en fundarse, después de la erección de esta Provincia en 1499. El origen del Convento fue, según refieren antiguas crónicas, el siguiente: desde tiempos de Alfonso X el Sabio se veneraba en una ermita extramuros sita en la Puerta de Martos la imagen de la Virgen Coronada que por unos labradores había sido hallada bajo una campana enterrada; junto a la ermita se construyó una torre fortificada para defensa de las incursiones de moros, formándose una cofradía piadosa y militar llamada de los "Ballesteros de la Coronada”. Tantos milagros obró la Virgen, que, aumentando su veneración, dio a la ermita cuantiosos caudales, por lo que el obispo D. Alonso Suárez de la Fuente del Sauce decidió fundar con ellos un convento de religiosos que fomentasen el culto a la piadosa imagen. Eligió a la Orden del Carmen Calzado, especialmente dedicada a la Virgen, y a su costa edificóles gran parte del monasterio, reservándose hasta su muerte el derecho de patronato, en que le sucedió como tal patrono su sobrino don Ambrosio Suárez del Aguila, canónigo tesorero de la Catedral, el cual labró la capilla mayor de la iglesia, donde dispuso su enterramiento, uno de los mejores de Jaén. Desde entonces empieza una devoción definida, bajo la dirección de los religiosos, a Nuestra Señora del Carmen, que es imagen antiquísima y se veneraba en lugar distinguido de la iglesia del convento.
Este monasterio, en el año de 1621, se traslada al interior de la ciudad. Edificándose en el solar que hoy es plaza de Los Rosales, antes conocida como de la Cárcel Vieja, pues fue ésta la ultima utilidad que se le dio al convento de la Coronada después de la exclaustación. Allí, ya más en contacto con la población, la primitiva Cofradía de la Virgen del Carmen, que quizá vino ya organizada desde el convento anterior, cobra nuevo esplendor y prestigio, por la calidad relevante de sus limitados hermanos -en origen no superior a veinticinco, según prescriben sus Estatutos del 1722-, cuyas plazas se solían heredar de padres a hijos.
El culto al Escapulario del Carmen se generaliza con las funciones religiosas que todos los segundos domingos de mes celebran los religiosos y la cofradía; y el día 16 julio, fiesta principal de Nuestra Señora del Carmen, se conmemora anualmente con tal solemnidad, que los Estatutos de su cofradía disponen que a dicha fiesta asistirá la música de la catedral, excluyendo rotundamente otra cualquiera de menos importancia, celebrándose además devota procesión con el Santísimo, y mucha cera, y palio tras las andas de la Virgen.
Contribuye a la difusión del culto y amor a la Virgen del Carmen el establecimiento de la Orden de Carmelitas Descalzos (reformados) en Jaén, el año de 1588, a 4 de junio, en que se instalan en el Colegio y Convento de San José, que edifican en la carrera de Jesús. Su iglesia es de fábrica pobre, pero en ella se veneran imágenes tan magníficas y devotas como la de Nuestro Padre Jesús, la Dolorosa de José de Medina, la Virgen de las Angustias de Mora (hoy en la catedral) y otra preciosa de Nuestra Señora del Carmen, de mucho culto y devoción, aunque no se forma cofradía, ya que los Descalzos no son partidarios de ellas en sus conventos, “pues por gravísimos motivos ha rehusado nuestra Religión Sagrada tener cofradías, ni aún la de la Virgen del Carmen que es la propia de nuestra Religión, y así no admite ninguna de nuevo y ha acordado las que ha podido y tenia”, como decía el Padre General a una antigua cofradía de Jaén en 1635.
No sólo este convento de Descalzos se crea en Jaén, sino que el año de 1615, y a devoción de don Francisco Palomino Ulloa y su mujer, se funda el de monjas, las Carmelitas Descalzas de clausura, bajo la advocación de Santa Teresa, próximo al de San José y a cuya regla se acoge lo más exquisito de la feminidad giennense, que se consagra al Señor y a su Madre la Virgen del Carmen, único convento Carmelita que subsiste y que guarda con ejemplar observancia y fervor el espíritu de la Santa Madre.
Además la del Rosario de Niños dedicada a Nuestra Señora del Carmen..., pero bueno es que la reseñemos en este lugar para demostrar el auge del culto al Escapulario: esta Cofradía se erige canónicamente en el convento de la Coronada, para más devoción a la Virgen del Carmelo, pues en 1773 comenzó rezándose a diario el Santo Rosario ante la imagen venerada y celebrando otros muy lucidos en la calle.
LA COFRADÍA
La más antigua de todas y que nos ha llegado a nuestros días posee el título de ANTIGUA, MUY ILUSTRE Y REAL COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. Al trasladar el convento de la Coronada al interior de la ciudad, la devoción se acrecentó tanto, que en 1623 se funda la Cofradía de la Venerable Esclavitud de Nuestra Señora Madre del Carmen, de la que se sabe por el acta de un cabildo celebrado el 14 de julio de 1818 que sus primeros Estatutos fueron aprobados en primero de enero de 1635, siendo obispo el cardenal don Baltasar Moscoso y Sandoval, a poco de trasladarse el Convento de la Coronada desde la Puerta de Martos a la plaza ya mencionada de Los Rosales. Desde un comienzo los Estatutos limitaron el número de cofrades a veinticinco, cifra que se respetó al reformar dichas Constituciones en primero de enero de 1722. Respalda esta afirmación el hecho de que el primer libro de actas de cabildo que se conserva en esta Real Cofradía y que lleva como título : "LIBRO DE LA MUY ILUSTRE COFRADÍA DE LOS VEINTE Y CINCO COFRADES DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN", donde celebran sus cabildos y recibimientos de cada uno, hecha el año 1721, pero que lleva sobre la cubierta el número dos, indicando que falta el primero, en donde constaría con bastante seguridad la fecha exacta de su constitución. El motivo era lógico. Esta Cofradía de señores, que, si bien no se exigía expresamente, de hecho todos sus cofrades eran distinguidos caballeros, imponía que los cargos de gobernador y consiliarios tenían la obligación de costear la fiesta principal del 16 de julio, y los cofrades, por sorteo, los cultos de los segundos domingos de mes, por lo que es claro que habían de ser todos ellos personas de posición. Así, en un principio la Cofradía estaba formada por 25 cofrades, celebrando cuatro cabildos al año y recibiendo nuevos cofrades sólo, procedentes de las bajas producidas en el ejercicio. En el año 1730 se elige gobernador, introduciendo todas las papeletas de todos los cofrades en una ánfora y "una mano inocente" sacaba una papeleta designando gobernador. Extraídas las papeletas, el primero que las leía era el Sr. prior, y, finalizada la elección, el Gobernador saliente entregaba al entrante la arquita para guardar las libras de cera, onzas y reales que había en la Cofradía, para que las gastase en sufragio de los hermanos fallecidos, fiestas solemnes y procesión. La arquita tenía tres llaves que eran guardadas por el gobernador, primer consiliario y secretario.
Desde su fundación la Cofradía se distinguía por el prestigio y la calidad relevante de sus limitados cofrades, pero dado el abuso que se introdujo al recibirse a algunos nuevos cofrades sin dar memorial ni aun visitar a los mismos como era costumbre, se acordó que ninguno pretendiera, a no ser por medio de memorial, antes de que presentara el secretario procediendo a la vista de todos los cofrades y votación secreta en cabildo general.
A las fiestas, los Estatutos disponían que asistiesen a ellas los cofrades “interpolados" con los religiosos Carmelitas, de conformidad con la concesión del reverendo Padre General Villalobos, y según el antiquísimo estilo de la sagrada Comunidad con la venerable Cofradía, es decir, que asistían confundidos religiosos y cofrades, todos iguales a los pies de Nuestra Señora y Madre del Carmen.
En el acta de 11 de abril de 1751 queda constancia del Jubileo Plenísimo concedido por el Papa Benedicto XIV, con motivo del año Santo, y de las normas establecidas por la Comunidad de religiosos Carmelitas y cofrades de Nuestra Señora del Carmen para visitar las Estaciones del Jubileo del Año Santo. En ella se dice textualmente: "En fuerza de la unión y hermandad que dicha Comunidad tiene con la MUY ILUSTRE Y NOBLE COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, sita en dicho Convento, salga la Comunidad y la Cofradía a visitar las Estaciones del Santo Jubileo, y vayan interpolados los religiosos y los cofrades, todos bajo el Estandarte de la Cofradía". Estandarte y borlas del mismo que serían portadas cada día y alternativamente por los religiosos de dicho convento de la Coronada, prebendados de la catedral, clérigos-cofrades y cofrades en general.
"Que todos los cofrades, así como los eclesiásticos, como seglares vayan interpolados con la Comunidad". Todo ello nos muestra las excelentes relaciones entre la Comunidad de padres carmelitas, clérigos y cofrades en general bajo el amparo maternal que es la Flor del Carmelo.
El Gobernador tenía derecho a llevar el gallardete-insignia de la Cofradía; los consiliarios llevaban las varas del palio y los cofrades que costeaban las fiestas, las andas de la Virgen. Los cabildos se celebraban en la celda prioral, y los cofrades gozaban de las indulgencias y gracias concedidas por los pontífices Paulo V y Clemente X.
El acta de 24 de abril de 1751 muestra elocuentemente el interés y la devoción de cuantos fieles deseaban entrar en esta Confraternidad de Nuestra Señora del Carmen y así se puede leer: "El señor Gobernador dice que había convocado a este Cabildo para oír una propuesta del Sr. D. Antonio de Oviedo, y por dicho señor se propuso que el señor D. Cristóbal de Oviedo, su padre, de edad de 80 años, enfermo en cama, con grandísima ansia y deseo de ser cofrade de la Cofradía y morir siéndolo igualmente, habiendo todavía dos plazas vacantes, pedía se le concediera la una a dicho padre en cuyo estado se retiró de dicho cabildo. Y por los cofrades se confirió largamente sobre dicha propuesta y de una conformidad se acordó recibir como cofrade al dicho D. Cristóbal de Oviedo, se le hizo presente dicho acuerdo, quien lo aceptó y dio por ello muchas gracias a la Cofradía por el favor y honra que se había hecho con su padre".
Los Estatutos, a falta de los primeros ya mencionados de 1635, datan de 1773, actualizados y reformados por la Comunidad de Carmelitas diez años más tarde, en 1783, y aprobados por el Padre General de la Orden.
Ni la invasión francesa, que paraliza la vida nacional en tantos órdenes, consigue suspender el culto a Nuestra Señora del Carmen, y sólo aquel año se ven obligados a no celebrar el Jubileo por coincidir con la entrada de las tropas de Napoleón en Jaén y subsiguiente saqueo y estragos en enero de 1810. Los antecedentes de la relación de la Cofradía y los franceses se remontan a junio de 1794, año que celebró una fiesta de acción de gracias y rogativas, por el éxito de la guerra contra la Francia de la revolución. Y años más tarde un periódico local, el " Diario de Jaén ", hacía el sábado 16 de julio de 1808 esta esperanzadora invocación, mientras allá en Mengíbar, a orillas del Guadalquivir, los cañones iniciaban la batalla de Bailen:
“…. Se aproxima el deseado momento de saciar nuestra justa venganza y tal vez el día del triunfo de la de la Santa Cruz y de la Adorada Virgen del Carmen; será en los anales de Andalucía el más feliz y memorable”.
Así ocurrió, tal como se deseaba días antes, y a la mañana del 23 de julio de 1808 llegó a Jaén la confirmación de la noticia, y el pueblo llano y las autoridades se apresuraron a dar las gracias públicamente a la Virgen del Carmen por su celestial ayuda -nos sigue diciendo el referido Diario de Jaén-, “...varios trofeos que se habían remitido a la Junta fueron conducidos con tropa y por un individuo vocal a los pies de la Virgen del Carmen, acompañando todo el pueblo esta ceremonia de sumisión religiosa…”. Hubo después una procesión cívico-religiosa, que con una reproducción del Santo Rostro y un retrato de Fernando VII, “…dirigióse al convento de la Virgen del Carmen, cuya comunidad salió a tan grande comitiva y entregó el gallardete de la Virgen de aquel título para que se incorporase también …”. Aquella misma noche, por ser sábado “salió un magnífico rosario de la iglesia de la Virgen del Carmen, al que concurrió esta Suprema Junta”.
Alto precio se pagó dos años más tarde por estas celebraciones y júbilos, pues los franceses al entrar en Jaén en enero de 1810, suprimieron el Convento de la Coronada, que convirtieron en Cuartel de la Milicia Cívica y prisión de rehenes forasteros. Expulsaron a los religiosos, desmantelaron la iglesia y la misma suerte corrió la Cofradía, acabando en la cercana Parroquia de San Pedro, su feligresía, “La imagen de Nuestra Señora del Carmen, con su corona, media luna y rostro de plata, con los vestidos que se metieron en el arca”, donde se mantienen todos los cultos hasta el regreso de Fernando VII a España en 1814, con cuyo fausto suceso se organizan en Jaén gozosas fiestas desde el 29 de mayo, con iluminaciones, desfiles y otras atracciones, hasta el primero de junio, en que se cierran con un grandioso rosario que salió de San Pedro para trasladar la Imagen del Carmen a su convento de la Coronada, rosario que salió al anochecer con numeroso acompañamiento de religiosos, de fieles y autoridades llevando cirios, músicas y niños vestidos de ángeles que daban escolta a la cruz y gallardete "Varios ángeles llevaban la cruz y las borlas del gallardete y mas de mil luces ardían en el respetuoso acompañamiento de esta princesa soberana, testimonio de la grande devoción que profesaban todos a Nuestra Señora del Carmen. Asistieron el deán y cabildo eclesiástico, las comunidades de los conventos, comandantes y oficiales de la guarnición, autoridades políticas y jefes de la nobleza. La música acompañaba las dulces voces que repetían el dulce nombre de María; la noche era apacible y la carrera se hallaba iluminada. Repicaban las campanas de las iglesias y conventos por donde pasaba la procesión y cuando se avistó desde las encumbradas torres de la catedral la soberana Imagen, se echaron al vuelo las suyas"; siendo incesantes los clamores y "las tiernas lágrimas que corrían por las mejillas de muchas gentes", testimonio de la honda devoción a la Flor del Monte Carmelo.
Tan grato recuerdo dejó este rosario con la imagen, que dos años después el gobernador del obispado, don Rubén Mesía, concede licencia para que salga el sábado 21 de septiembre de 1816, costumbre perdida después. Ante las peticiones de ingreso en la Cofradía, el número de hermanos se aumentó a cincuenta en 1818.
La triste desamortización de Mendizábal y la exclaustación de los religiosos de sus conventos terminan con el de la Coronada: los frailes fueron expulsados el día 31 de agosto de 1835 y la Imagen y Cofradía vuelven a San Pedro, donde la Virgen del Carmen se venera en hermoso altar y su culto se mantiene con igual esplendor que en la Coronada, los inventarios de entonces lo describen así: …Un retablo con dos columnas y una cornisa; en el segundo cuerpo, un crucifijo con las imágenes de la Virgen y de San Juan.En el centro del retablo, un camarín con puerta de cristal; en él, colocada la imagen de Nuestra Señora del Carmen, que tiene corona y cetro, todo de plata sobredorada, un escapulario también de plata pero sin dorar; al lado derecho de la Virgen, un niño, y al lado izquierdo la imagen de San Simón con diadema de plata; a los lados, las imágenes de tamaño natural de San Alberto y Santa Magdalena de Pacis. En los costados de la capilla, un cuadro de tamaño natural, lienzo que representa la Purísima Concepción y otro más pequeño que representa Nuestra Señora del Rosario. Dos lámparas de metal blanco. Cuatro cuadritos pequeños, tres representación de milagros y otro de regular tamaño, que representa a Nuestra Señora de la Leche. Una urnita con portera de cristal, con multitud de milagros de plata. Dos candelabros de metal fijos en el retablo, un juego de ocho candelabros con su cruz también de lo mismo y las tres sacras correspondientes. Todas las vestiduras y demás adornos de la Virgen del Carmen se hallan en poder de la Cofradía. Además hay una araña de bronce y cristal colocada en el centro, donativo de don Antonio Montoro…." . En San Pedro, la antigua Cofradía se reorganiza y se adecua a su nueva instalación, y se redactan los Estatutos en 1848, aprobados por Isabel II en 23 de septiembre de 1849, y es recibido en San Pedro el Real despacho aprobando las nuevas Constituciones. El Obispo Sr. Escolano aprobó dichos Estatutos después de reformar tres artículos, el 29 de abril de 1851 -el artículo tercero dispuso desde entonces que el número de cofrades fuera ilimitado-. Esta última reforma fue necesaria para adaptar la Cofradía a la vida parroquial, y ante el constante auge de la Cofradía y peticiones de ingreso en ella y por su Junta de Gobierno desfilan miembros de las mejores familias de Jaén.
La ya Real Cofradía permanece en San Pedro hasta 1904, año en el que se trasladó a la iglesia auxiliar de San Juan Bautista, por causa de las obras que en la iglesia parroquial se llevaban a cabo y que, al no consolidarse éstas, se cerró definitivamente la iglesia de San Pedro, pasando la iglesia auxiliar de San Juan Bautista a iglesia parroquial de San Juan y San Pedro en la actualidad.
La Real Cofradía se trasladó con la imagen de la Virgen del Carmen, de gran valor artístico, que encargó la Junta de Gobierno el 11 de enero de 1784 al escultor Matheo Josef de Medina ajustándola en 200 reales y encomendándole la hiciera “con toda perfección y hermosura, de forma que cause mucha devoción”. Para sustituir a la primitiva imagen, que no tenía niño y estaba muy deteriorada.
Siguiendo las normas diocesanas sobre la reforma de los Estatutos y al entrar en vigor el nuevo Código de Derecho Canónico, se aprueba por la Junta de Gobierno en 1985 el primer proyecto de Estatutos, ya como Gobernador D. José Bonilla Valderrama, elegido desde 1967, a quien sucede en 1993 D. Bartolomé Cerezo Cerezo, hasta entonces Depositario, por fallecimiento del Sr. Gobernador, dándose la triste circunstancia que a los pocos meses también fallece, nombrándose en enero 1994 una Comisión Gestora, la cual se limitó a tramitar según el estatuto modelo de la Delegación Diocesana para las Cofradías y Hermandades, la reforma de los Estatutos, que fueron aprobados el 22 de junio de 1994 por el Obispo de Jaén D. Santiago García Aracil.
Una vez aprobados los Estatutos se realizaron elecciones, y, convocados todos los cofrades, el 8 de octubre de 1994 resultan elegidos como Hermano Mayor D. Jesús María Campos Mesa, Vicehermano Mayor D. Moisés Carmelo Campos Estévez y Administrador D. José Ramón Izquierdo Cano. Los nuevos Estatutos suprimen el término de gobernador, y el nuevo hermano mayor fue confirmado en su cargo por el Sr. Obispo el 25 de octubre de 1994. Las realizaciones fueron ingentes, entre otras, la compra de un nuevo trono con los donativos de los cofrades y diseño de la nueva Junta de Gobierno; se encarga al prestigioso maestro orfebre sevillano D. Manuel de los Ríos, en alpaca plateada cincelada, estrenadas la peana el 16 de julio de 1995 y las andas . Se reforma el muro del altar de la Virgen del Carmen para adaptar la nueva peana, y restauración de todos los demás enseres; a propuesta del hermano mayor se amplía el itinerario llevando la procesión por el centro de la Ciudad. La procesión lleva dos bandas de Música, se rescatan usos tradicionales en la Cofradía como un gallardete-insgnia nuevo que es portado por el Hermano Mayor o los conciertos de la Banda de Música; aquí merece especial mención el encargo del Hermano Mayor al entonces director de la Banda Municipal de Música de Jaén D. Manuel Vílchez Martínez de componer una marcha procesiónal, quien por su devoción a la Virgen del Carmen y por causa de la amistad personal con el hermano mayor compuso desinteresadamente la marcha, cuyo título es el de "Nuestra Señora del Carmen de la Coronada de Jaén"; fue estrenada el 13 de julio de 1997 en la Plaza de Los Rosales lugar donde estuvo el Convento de la Coronada y se fundó la Cofradía, en 1999 se estrenó con letra del poeta D. Juan Carlos García-Ojeda Lombardo en un magno concierto interpretado por la Banda Municipal de Música y la Coral Municipal de Jaén. La asistencia de los cofrades a los cultos y procesión aumentan cada año y la Cofradía tiene uno de los cultos mas concurridos de Jaén. Ya el 16 de julio 1999 se estrena la parte alta de del trono, con tres cartelas: San Elías, el escudo de la Orden del Carmen y un grabado de 1773, de los Estatutos, representando a la Santísima Virgen con San Simón .
De todas las realizaciones de estos últimos años , sin duda, la más importante se produce el 1 de noviembre de 1999 en Roma, cuando el Consejo Generalicio de la Orden bajo la presidencia del Muy Rvmo. Prior General de la Orden del Carmen P. Joseph Calmers, aprueba la Afiliación de la Cofradía a la Orden del Carmen, previa solicitud al Prior General por el hermano mayor D. Jesus María Campos Mesa realizada el 23 de septiembre de 1999, con las firmas de los cargos directivos de la Cofradía y el VºBº. del Administrador Parroquial de San Juan y San Pedro D.Antonio Lara Polaina, tramitada a través del Priorato de la Bética, en solicitud dirigida al Muy Rvdo. P. Rafael Leiva Sánchez, Provincial de los Padres Carmelitas de la Bética.
La Cofradía del Rosario de María Santísima del Carmen.
El 13 de septiembre de 1781, "varios y diferentes niños devotos de Nuestra Señora del Carmen pretenden establecer cofradía en el Convento de la Coronada para sacar el Santo Rosario por las calles". Tal pretensión se realiza y comienza a rezarse el Santo Rosario ante la Virgen del Carmen todas las noches, saliendo con regularidad a las calles del barrio, con el título del Rosario de María Santísima del Carmen, para la mejor organización se crea la Cofradía del Rosario de Nuestra Señora del Carmen, pero en lugar de ser sólo de niños, en ella se admiten toda clase de personas que sean cristianas y devotas, y acabó formada por gentes humildes y artesanas, que a causa de las rígidas normas sociales de la época, no podían ingresar en la primitiva Cofradía, que era de hijosdalgos y nobles. Se señalan en setenta y dos el número de cofrades "en memoria de los 72 años que vivió María Santísima en este mundo, más los que vea dicha Cofradía que conviene". Leyendo sus actas vemos que se trata de una Cofradía popular, creada mucho tiempo antes, y renacida ahora para dar entrada a gentes humildes que no podían pertenecer a la otra Cofradía de señores. Ocurrió lo mismo con la Virgen de la Capilla, que coexistió la Cofradía con la Corte y Rosario muchos años hasta que se fusionaron, lo que sin duda pasó con estas de Nuestra Señora del Carmen.
Desde el año 1795, la Cofradía del Rosario del Carmen recibió el beneplácito de la Comunidad de Carmelitas de la Coronada, autorizando a su Junta de Gobierno (hermano mayor, cuatro consiliarios, fiscal y escribano) para reunirse en cabildos dentro del convento. En un escrito, D. Justo Padilla, hermano mayor, se refiere al "Santo Rosario que solió en acción de gracias de la gloriosa Batalla de Bailén en el año le 1808 al que asistió el Excmo. señor Presidente, Junta provincial con todos los sujetos más dignos del pueblo, costumbre que conservaba todavía esta Cofradía en 1816. Celebraban la fiesta anual a la Virgen del Carmen el tercer domingo de septiembre y por la tarde del dicho día sacaban en procesión su sagrada Imagen, asistiendo la música de la Catedral y rezándose un solemne rosario. Después no volvemos a tener noticias de dicha Cofradía y es de suponer que, al extinguirse el convento de la Coronada, pasó a la de San Pedro, donde se unió con la otra Cofradía de señores, la cual, al admitir cofrades en número ilimitado a partir de sus Estatutos de 1848, hizo innecesaria otra distinta.
Queda por consiguiente expuesta a vuela pluma la historia de las Cofradías dedicadas en Jaén a Nuestra Señora del Carmen que han perdurado sin interrupción desde el año 1635 y sin perder el contacto con los religiosos de la Orden Carmelita.
BIBLIOGRAFIA :
Rafael Ortega Sagrista:
Devoción a la Virgen del Carmen en Jaén y Las Cofradías de la Virgen del Carmen en Jaén.Diario Jaén 3 y 11 de octubre de 1951. Pasión y Gloria nº 10 diciembre 1998.
Jaén y la Virgen del Carmen – Diario Jaén 18 de julio 1999.
José Melgares Raya:
UNA COFRADÍA GIENNENSE DEL SIGLO XVII EN HONOR DE LA VIRGEN DEL CARMEN. Pasión y Gloria nº 11 marzo 1999.
Manuel López Pérez:
LAS CARTAS A DON RAFAEL, VIRGEN DEL CARMEN. Diario IDEAL 16 DE JULIO 1989.
Luis Escalona Cobo:
BIOGRAFIA DE LA REAL Y MUY ILUSTRE COFRADÍA DE NUESTRA MADRE Y SEÑORA DEL CARMEN.Actas de la III Asamblea de Estudios Marianos.( Andújar, 10-12 de octubre 1986). Ediciones EL ALMENDRO.
Archivo de la Real Cofradía . Libro de actas.